Por ÓSCAR DAVID LÓPEZ / AGOSTO 13, 2007
Soy vertical
Pero preferiría ser horizontal
SYLVIA PLATH
Si el deseo, como afirma Lacan, pertenece al reino de lo simbólico donde el sujeto aprende el lenguaje a partir de una falta o una ausencia, entonces quien nombra, quien habla, quien escribe, quien le da vuelta al texto o lo rompe o lo escupe o lo defeca es alguien que está deseando pero ¿qué?, ¿cuál es el objeto del deseo? El reverso exacto del texto, segundo libro de poemas de Margarita-Sayak Valencia Triana, nos nombra seis posibles piezas (mediante ese mismo número de apartados) que se embonan en la búsqueda de un deseo que, no es otro, sino el del lenguaje y su aprehensión y liberación.
La escritura, el arte, la performance, son mutaciones, son comuniones, en este caso, del cuerpo psíquico del artista. El discurso poético debe ser un efecto trasgresor para el idioma de las calles, de la historia, del testimonio. Valencia Triana lo sabe, y por eso, apuesta por un libro donde el lenguaje a su vez apuesta por sí mismo. Muy cercana al poema Hermandad de Octavio Paz, la voz poética nos dice:
Mientras escribo
Alguien también,
me escribe escribiendo.
En este primer apartado llamado El lenguaje es una bala, la ausencia es un reclamo al tiempo, una presencia que todo lo opaca, que flota y sobrevive al deceso. Para la poeta, el lenguaje es un arma con la cual se juega a la ruleta del querer-decir donde se busca nombrar aquello que se tiene pero que se echa en falta,aquí puede ser Tokio o el Texto, para fines geográficos el goce está en la boca, el lo que se dice:
Esta ciudad es de cielos apocalípticos.
Esta ciudad recuerda a los atardeceres frente al Nilo.
Esta ciudad no tiene nombre o éste se ignora.
La voz en off dice: Esto es Tokio.
La voz se equivoca.
Aquí no es Tokio.
Aquí no es ningún sitio.
Aquí es Aquí
Aquí es el Texto.
Aquí es.
Como decía, el goce es el leitmotiv que se discurre por las páginas en el afán de conseguir algo, tal vez un nombre, un artículo, un punto impronunciable. Sin embargo, la escritura es un deporte de alto riesgo símil de alta fiesta:
El lenguaje que corre por mis venas
es jugar a la ruleta rusa
con una pistola automática.
El encuentro con el otro, sea el mundo o sea el rival, es un profundo túnel hacia lo recóndito de una diosa de aparador, de escritorio, de jardín, creada en muchas otras representaciones, según sea el gusto y el deseo particular.
Dice Jean Baudrillard que actualmente todos somos transexuales porque hemos crecido con el deseo de recrear nuestros cuerpos con la imagen ideal representada por los paradigmas extremos del macho muy macho, de la mujer muy mujer, del maricón muy maricón, sin embargo, hemos caído en la búsqueda absurda por definirnos en sobremanera que cada uno ha dado su salto individual por alcanzar su autenticidad que al volver a tocar tierra nos hemos dado cuenta que en ese brinco hemos adoptado prótesis símiles a las de muchos otros.
En palabras de Baudrillard, lo transexual reposa en el artificio, ya sea el anatómico de cambiar de sexo o el juego de los signos indumentarios, morfológicos o gestuales característicos de los travestis. En palabras de Sayak:
Este es el regreso a la identidad.
El regreso con los brazos abiertos hacia mí misma.
El milimétrico surco,
La carne excavada,
El goce de volver a ser lo atroz que el tiempo creó.
En esa búsqueda por la identidad y por diferenciarnos del otro, la voz poética nos afirma que hemos conseguido el otro lado, lo trans, del propio deseo: no ser diferentes sino ambiguos e indiferentes. Curiosamente aquí parece no aplicarse esa máxima de que el deseo al cumplirse se pierde porque en los transexuales, al igual que en algunos versos de Valencia Triana, esa forma es la protección del discurso, de la melodía, del ponerse unos tacones y una barba y salir al escenario con micrófono en mano para cumplir un deseo interminable con el reverso del lenguaje.
Ser uno mismo, dice Baudrillard, se ha vuelto una performancedonde el look es una forma superada de la moda. O como dice La agrado en Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar: una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma. O como Sayak nos dice:
Soy la de púas-en-la-voz
La no-doy
La tampoco-fío
La no-pido-permiso
La reflexiva-y-sin-reveses
La que va-a-donde-sea
La que No-Se-Calla
La Yo-Misma.
La androginia, el travestismo, la transexualidad, han logrado vencer las prohibiciones eternas del deseo, del placer, de las formas que nos delimitaban una frontera que advertía que después del cruce no habría regreso. Los textos de Sayak son fronteras abiertas para su exploración. Por ejemplo, ¿ustedes creen que para tratar con esta libertad a Lacan, yo soy psicoanalista? Pies no, pero me acosté con uno, con una, con uno, con una. ¿Cuántos fueron? Ahora las prohibiciones nos indican sus goces, como lo he dicho, el gozo es el leitmotiv del canto:
Me gustan los hombres
Con caras de muñequitas de porcelana
Con cuerpos tan delgados como alfileres
Con ojos espléndidos, brillantes, hundidos y ungidos.
Me gustan los hombres que parecen mujeres
Y las mujeres altas, mujeres-mujeres.
En esos versos encontramos la espina dorsal de la poética de Valencia Triana. El amor es una solicitud, no de empleo, sino de carencia. El amor, dice Lacan, es dar lo que no se tiene a alguien que no lo necesita. Sin embargo, la poeta escribe cartas, declaraciones, se sienta a esperar, hasta que el abismo y entonces nos cuenta:
Solicito:
Mujer Cerebral.
Abstenerse aquellas
con tendencia cervical, servicial.
Estos versos casi escritos como un silogismo sólo se pueden traducir por medio de una exploración con lupa al texto poético, a su fondo, a lo connotado. Si somos capaces de trasvasarnos en la poesía de Valencia Triana, podremos correr en su misma versificación, esa donde el yo poético es un ente transtexual.
Aquel que camina de un lado a otro,
es el hombre más valiente del mundo,
se atreve a desplegarse y perderse.
Y se preguntan ¿por qué un ente transtextual? El discurso poético de Sayak cruza los géneros, los literarios y de cualquier otro tipo, ataca en el blanco de la poesía hueca, melosa, fácil y aparentemente libre pero que sólo oculta sus propios atenuantes y deseos. Sayak profetiza:
Ser una mujer border es muy fácil,
A menos que te pase a ti.
Entonces, el texto que era ajeno, ahora ha cruzado porque somos nosotros los puestos en duda, no importa que la poeta se refiera a una “mujer”, todos podemos ser el sujeto, estos textos son transexuales, trantextuales. El reverso exacto del texto es una indagatoria poética, concisa, de pulsión honesta, donde nos enfrentamos con poemas simbólicamente barrocos que están llenos de un erotismo cuyo look oculta una determinación genérica capaz de dominar el imaginario del epistema del yo que se basa en cruzar las líneas de lo sexual y de lo textual, logrando con ello poemas que irradian vitalidad.
Una vez realizada la lectura de El reverso exacto del texto (una lectura quizá infinita, abierta en posibilidades de retomar y rearticular estos versos), la liberación de los poemas ofrecerá “una sensación en la mente del lector” que lo pondrá en busca de su “texto”, de su identidad poética y textual, mismas cada vez más alejadas del mito en el cual la poesía es una barrera y nunca una catapulta:
Pienso en poemas que disparan.
Pienso en pistolas.
El regalo más grande para nosotros que somos los lectores de este libro es una amalgama formada por la multiplicidad de registros, la voz clara y sin embargo indefinida, la imagen del goce endémico y la certeza de que Valencia Triana está de nuestro lado, enfrente, encima, al otro lado, a través de nosotros, sitiada en la posición del deseo, que como deseosa ocupa ese mismo lugar donde la alteridad busca su traslado, su translucidez, su transgénero, y sin embargo, descubrimos que El reverso exacto del texto es un placer entre varios, único, el inter de y hacia lo Otro:
Cuando le clavé el cuchillo en la mano le dije:
¿Verdad que se siente como humo entrando en los ojos?
El libro se puede encontrar en la librería CONARTE, ubicada en el Museo Metropolitano de Monterrey.
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Margarita-Sayak Valencia Triana, El reverso exacto del texto, Centurea Negra Ediciones, 2007
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